Endspiel-Michel Cheval |
-¿Y donde quedó tu EGO, amigo?,
Gimoteó el sordo a su interlocutor (sin rostro) que ciego de ira acomodaba las piezas de un viejo ajedrez; las cuales poco a poco iban tomando el mismo papel de ayer: Una lucha psicótica y peligrosa para ambos contendientes.
-En medio de una sonrisa. Contestó el hombre de manera cortante y sin tapujos.
-¿En medio de una ojiva? ¡Ja!, debe de ser una sonrisa llena de odio...aunque un poco irónica diría yo. La otra vez en este mismo jardín cuando esa sombra saludó con deseo a la dama de discreta tristeza, sólo pasaste de largo y te metiste al templo a enviar, con tus pájaros sin nombre, cartas de odio plagado de absurdos mensajes.
-El odio sólo es de quien lo vive y mi ego vive de los demás...tus absurdas conjeturas son actos de pobre agravio. Soy la consecuencia de tus temores e introyectos...
Alcanzó a decir el hombre, un poco irritado el cual fue interrumpido por el sordo que espetó con irritación:
-Ya, ya, ya, es tu turno de jugar...
¡Y cuidado hagas trampa...!
Mientras esto sucedía, el jardín poseía un silencio sepulcral, ya que no había presencias humanas. Sólo se hallaba un ente, a lo largo y ancho del terreno: El sordo y su amante la locura...
Moraleja: El sordo no oye, pero bien que compone.¿Y el ciego? bueno, el no ve, pero bien que se alimenta de lo que finge ver...
Fuente: Mi mente
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