Alonso Martinez Monteiro- dreamstate
Las manecillas del reloj me escudan
sobre aquellos temores que se anotan en los relieves de mi ser.
Apariencias diversas entre las notas de mi historia
son caricias con sabor añejo,
personas encerradas en mi mente creando un peso imposible de soportar a veces.
Poco a poco el rompecabezas se va alejando,
y a través de atardeceres,
noto que la belleza muchas veces es una apariencia que nuestros seres
pretenden disfrazar para evitar los daños que conllevan el nadar en un mar de enigmas.
Curiosos artefactos de un vacío difícil de matar.
Y es a veces,
cuando entre los vaivenes de aquellas sombras
que se escabullen en los agujeros de mi inconsciente,
que logro vislumbrar el erotismo que provoca
la sencilla idea de sucumbir a los deseos de mi carne
al intentar alimentarme de sus púas y resentimientos
en un afán de provocar que se revitalicen en mis lamentos,
que vivan de mis orgasmos sin destino
y se ahoguen en el fondo de aquello que tanto repudio
y que igual, tanto deseo.
Y es paralizante
como en medio de los muros
se reviven los eclipses que me remontan al calor de una mirada marchita,
unos labios que condenan a lo más oscuro de la desidia,
y un cuerpo que alborota la mente con solo maldecirla.
Y entre remembranzas y alegorías
la nostalgia, toca la puerta de una forma casi maldita...
Y en el cobijo de un grito de auxilio,
acaricio al niño que se niega a morir ahogado
bajo la tierra de susurros.
A veces, es difícil volver a volar...
Cuando los recuerdos sangran
en la piel se vislumbran las historias contadas y por contar.
Cuando las mentiras son mas certeras que las mismas verdades
los reflejos de un mañana perecen
sólo para darnos cuenta que en el laberinto del corazón,
no hay una salida permanente.
Cuando poco a poco las memorias se resbalan,
y rompen sus cadenas,
los sentimientos se revuelven
y en cada momento que intentas repararlo
las heridas crecen.
Es un llamado a tu alma
a atarte a un nuevo mañana,
de comenzar una nueva historia
de sanar recuerdos, desangrar heridas vacuas.
Una realidad poco alentadora,
pero verdadera...
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